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55-57 Se acerca ya un ejército
dispuesto a destruirla.
Sus enemigos rugen como las olas;
por todas partes se escuchan sus gritos.
Los soldados babilonios serán capturados,
y sus armas serán despedazadas.
Haré que se emborrachen
sus jefes y sus sabios,
sus gobernadores y sus oficiales,
y todos sus soldados.
¡Se dormirán, y nunca más despertarán!
Yo dejaré a Babilonia en ruinas,
y pondré fin a sus fiestas.

»Yo soy rey de Israel;
soy el Dios todopoderoso,
y a cada quien le doy su merecido.
Les juro que así lo haré».

58 El Dios de Israel también me dijo:

«Los anchos muros de Babilonia
serán derribados por completo,
y sus majestuosos portones serán quemados.
¡De nada habrá servido tanto esfuerzo
de las naciones y de los pueblos,
pues todo eso acabará en el fuego!»

El rollo de cuero

59-60 Cuando Sedequías tenía cuatro años de reinar en Judá, fue a Babilonia. Con él fue también Seraías, que estaba a cargo de ese viaje. Antes del viaje, yo, Jeremías, le di a Seraías un mensaje. Escribí en un rollo de cuero todas las desgracias que iban a venir sobre Babilonia,

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